lunes, 7 de enero de 2013

Fin y principio



"Poderosos aquellos que recuerdan quiénes son aun cuando las circunstancias externas les quieran hacer creer lo contrario" -Marianne Williamson





Para darle la bienvenida a la nueva era decidimos evitar las multitudes, despertarnos a las 4 de la mañana y ver el amanecer en una playa solitaria.


Así me encuentro cara a cara con el que quizás haya sido el monstruo más tenebroso de mi vida: el fin del mundo. En el fondo sabía que éste también era más mental que real -como todos los demonios- pero tenía una cuenta pendiente y no me gusta dejar cosas pendientes. 

De a poco llega gente que se suma a la bienvenida: grandes, chicos y una sacerdotisa maya que encabeza un ritual de saludo al nuevo sol con flores, miel y mirra quemada. 

Creo que buscan lo mismo que nosotros: ser testigos del primer amanecer de una nueva era y -ojalá- protagonistas del cambio.

Vivimos en un mundo de injusticias. O justicia kármica, si querés. En una realidad violenta, con gente que sufre cosas evitables, donde a veces el más justo termina preso o los corruptos consiguen lo que quieren.

Pero el cambio ya empezó.





Nosotros nos vamos a quedar un tiempo en esta zona de la Riviera maya. Seguimos en busca de nuestro paraíso. Este viaje y haber llegado hasta acá fue -y sigue siendo- nuestro sueño.

No creo que todos los sueños se cumplan. Seamos realistas. Me consta de gente que ha dejado el pellejo por sus más grandes deseos que nunca se cumplieron. ¿Por qué? Muy simple: porque en el intento de hacer realidad nuestras ilusiones influye nuestra propia voluntad, sí, pero también intervienen factores que están fuera de nuestro control.


Sin embargo estoy convencido de que el néctar de la vida está en la búsqueda del sueño. En el camino mismo para alcanzar nuestras más delirantes ilusiones se encuentra el sentido pleno de la existencia. Ahí, en el trayecto, te espera una felicidad que irradia desde adentro. No en el destino final. 

Lamento contradecir a tantos autores de canciones pegadizas, películas y libros de autoayuda. Pero quiero que terminemos de una vez con esa mentira de que todos los sueños se cumplen, porque pensando en concretar el sueño nos enfocamos sólo en la meta cuando el verdadero tesoro está en el camino más allá del resultado. 

Yo que siempre tardo más en entender las cosas pude deducir esto recién después de varios meses de viaje, cuando logré bajar mi ansiedad urbana y aprendí a instalarme en el presente para vivirlo a pleno.

Ahora alquilamos un depto por un mes en Playa del Carmen y “la Mimosa” no será nuestra casa por un buen tiempo. Si vas a estar por la Riviera maya, acá te esperamos, en esta sucursal del “Love Hotel” de Costa Rica pero en el caribe mexicano. No te garantizamos mucho confort pero sí mucho amor. Al final, el amor es todo.


Ahí sobre las nubes y en el centro del cielo aguanta la última estrella de la última noche.

El primer sol de la nueva era encuentra resistencia.

Marti palpita el nuevo amanecer.
Martina también se prepara.
Nubes negras amenazan con una postergación.

El sol es sólo un reflejo. Dios es el verdadero destino de adoración.
La batalla final entre la luz y la oscuridad.

Finalmente se muestra el nuevo sol.

Un grupo de gente se junta para un saludo ritual.


Marti entre las personas mientras la sacerdotisa reparte bendiciones.

La miel como parte del ritual.

Familias enteras se abrazan a la esperanza de un mundo nuevo.

Marti y la sacerdotisa se abrazan. En esa copa hay mirra quemada.

La mujer reparte un amor que se respira en el aire.

La gente tira flores al agua como símbolo de esperanza.
El hombre toca un dijeridoo para preparar el alma.


Ya salió el sol. Somos los mismos pero distintos.
 
Y el pescador sale a pescar como todas las mañanas. Quizás él no lo sabe, pero empieza una nueva vida para todos.


jueves, 20 de diciembre de 2012

Ultima estación: el fin del mundo




Tenía 8 años cuando tomé la primera comunión y los muy animales de aquel colegio católico nos regalaron como recuerdo el “Libro de la nueva alianza”, que contenía el Apocalipsis.

Me lo leí enterito, de punta a punta. Es un libro macabro, repleto de imágenes místicas y sangrientas, como “la luna que se llenará de sangre”, con anuncios de todo tipo de catástrofes, calamidades, plagas y pestes que caerían sobre nosotros “muy pronto”. Los pecadores seríamos juzgados y condenados al abismo de los infiernos y arderíamos por toda la eternidad. Mi ingenuidad infantil estaba lejos -demasiado lejos- de trazar algún simbolismo o refutar esa supuesta verdad divina. Más bien me lo creí todo.

Desde aquel momento y durante varios años tuve un miedo pánico al fin del mundo. Nadie lo supo hasta que el sentimiento se fue diluyendo y sólo cuando quedó atrás se lo conté como anécdota a mi gente más cercana.

Por alguna razón quería estar exactamente en este lugar del mundo, en este preciso momento. Es una forma de cerrar un ciclo personal. En esta zona y en gran parte de Guatemala vivió y se desarrolló la impresionante cultura maya.

Los Mayas fueron extraordinarios observadores del cielo. Crearon un calendario perfecto que sorprendió a científicos de nuestro mundo y marcaron el final de un ciclo de 26.000 años nada más ni nada menos que para.... HOY.

Hay todo tipo de teorías en torno a esto. Desde los que le restan importancia porque dicen que hay más de una versión del calendario hasta los que afirman que los últimos mayas se fueron a las estrellas y ahora vuelven.

Lo cierto es que en esta zona hay todo tipo de eventos alusivos, como una mega fiesta de música electrónica (“The time and space festival”) y un multitudinario encuentro “Rainbow” internacional en Palenque (la “Rainbow family” es una comunidad de miles de personas que promueven la vuelta a lo natural).

¿Qué creo yo? En general soy bastante escéptico pero ahora estoy convencido: estamos ante una revolución de la conciencia, está cambiando la vida tal como la conocemos. Por supuesto, para bien. Menos ego, más amor. Algunos serán testigos, otros protagonistas, y no van a faltar los detractores.

Leí por ahí que a nivel astronómico empieza una nueva era, que nuestro sistema solar está en el centro de la galaxia y que vamos a recibir una tremenda energía cósmica. Así que salí al balcón, a la terraza, al jardín y echale un vistazo a las estrellas. Abrí tu cabeza, tu corazón. Feliz fin del viejo mundo. Y mucho más feliz comienzo del nuevo.

martes, 11 de diciembre de 2012

Sueño cumplido



Nos asustó una sombra maligna a sólo 50 km de casa. 
Fuimos ayudados por un duende en las sierras de Córdoba. 
Quedamos atrapados en un pueblo fantasma y logramos escapar de noche, escoltados por la policía y andando a lo largo de las vías de un tren. 
Sobrevivimos al caos de “el alto” en Bolivia.

Compartimos una mañana con los habitantes de las nubes en su habitat natural.
Llegamos a nuestro primer mar (congelado) en el sur del Perú.
Se nos rompió el motor por primera vez y quedamos varados en una ciudad blanca. 
Por un nuevo problema en el motor fuimos remolcados 700 km por un camión de cebollas y llegamos a Lima con un empujón de Dios.
Nos encontramos con nuestros alter egos del futuro.
Vivimos en comunidad en Montañita y toqué en una banda de salsa. 

En una noche oscura me crucé con un enviado del diablo.
Con plena conciencia de la realidad cumplí un sueño dentro de otro sueño y anduve flotando por las calles.

Otro problema mecánico nos dejó viviendo en la casa de un gigante y su esposa humana.  
Conocimos a una bruja que ayudó a Marti con rituales ancestrales. 
Para buscar un repuesto pasé por zonas controladas por narcos y guerrilleros y volví a casa por 10 segundos cuando abracé a mi hermano en Bogotá.


Escapamos justo a tiempo de la furia del gigante y fuimos rescatados por un ángel argentino y su familia. 
Nos convertimos en miembros simbólicos de una tribu que anda en Kombi. 
Logramos cruzar un par de fronteras justo a tiempo antes de que nos secuestraran la camioneta o nos deportaran a nosotros. 

Un capitán borracho nos dio una curiosa bienvenida a Colombia, y en Bogotá pasamos días de placer con buenos y grandes amigos. 
En nuestra primera playa del Caribe conquistamos la felicidad y se nos abrieron las puertas de Cartagena gracias a la música y al amor de nuevos amigos viajeros. 

Para cruzar a Panamá abordamos el velero del terror. En medio del océano vivimos una pesadilla y sentimos que la muerte nos respiraba en la nuca, pero llegamos y festejamos en un paraíso indígena.
Nos encontramos con “la Flecha negra”, viajamos en caravana por los cielos tropicales y llevamos música y títeres a una comunidad nativa. En Costa Rica descubrimos el "Love Hotel" y conocimos a todos los habitantes de San José en un par de tardes de música callejera. 

Pulverizamos las fronteras de centroamérica. Desde que salimos de Buenos Aires, cada mañana, cuando agarrábamos la ruta, nos encomendábamos a Dios. Sabemos que nos acompañó y que sigue con nosotros. 

Fuimos empujados o remolcados varias decenas de veces, por grúas, autos, camionetas y por los mensajes de amor de nuestra gente.

Aprendimos un método comprobado para hacernos invisibles. Aprendí a descifrar la energía de los lugares y de las personas. Aprendimos una infinidad de cosas y en casi un año de viaje vivimos experiencias tan intensas como en 5 años de nuestra vida pasada. Vivimos una gran transformación en este alucinante viaje interior.

Pasamos por selvas, bosques y desiertos, lagos, mares y ríos, túneles y puentes, sierras, montañas y volcanes, rutas de asfalto, de piedras, de tierra y de arena. Nos metimos hasta las entrañas de la mayoría de los países de Latinoamérica. 

Y así, después de 11 meses de viaje, llegamos a México. A Tulum, para ser exactos. Tuve la suerte de viajar bastante y este pueblo-ciudad en el caribe mexicano es lo más parecido que conozco a mi imagen de un paraíso ideal. Hasta acá queríamos llegar. Acá queremos estar, en esta zona de la Riviera maya. Éste era el objetivo último, el destino soñado. Y llegamos. ¿Por qué no te lo conté antes? Supongo que por cábala.

Para llegar a cumplir este sueño, me caí y me levanté tantas -pero tantas- veces que al final aprendí directamente a caer parado. Más práctico.

Parece que nos acercamos a los últimos capítulos de estos "diarios de motorhome". En Tulum y en la Riviera maya pensamos quedarnos por un par de meses. Después veremos cómo seguirán nuestras vidas. Quizás volvemos, quizás seguimos viaje. Nunca se sabe. Una vez más, todo puede pasar.  


Típico momento casi cotidiano: estudiando mapas.


Un cambio de planes a último momento nos llevó a México vía Belize. Un poquito más arriba de Belize está Tulum pero se nos acabó el mapa.


Encuentra a "La Mimosa" y reclama tu premio en el casino!

Moto-taxi hasta las manos en la frontera Belize-México.

Desde que salimos queríamos ver este cartel.

Playas del paraíso, en Tulum, México.

Primeras imágenes del paraíso. Muy pronto más fotos.
"La Mimosa" nos hizo sufrir, pero nos trajo donde queríamos.

Acá estamos los tres en el paraíso. ¿Cómo seguirá la historia?


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Pulverizando fronteras



En un viaje así tenés una dosis de adrenalina que te corre por las venas. Es mínima, pero es permanente. Salir de la comodidad de la ciudad para avanzar hacia lo desconocido, al principio me daba miedo, más tarde se volvió costumbre, ahora es una necesidad.

Después de unos días de playa en el Pacífico de Costa Rica, la caravana de “La Mimosa” y “La Flecha negra” cruza la frontera hacia Nicaragua. Como nuestros amigos cordobeses tienen organizadas varias funciones y no hay muchos lugares recomendables para visitar, con Marti decidimos seguir viaje así que nos despedimos de Belén y Jorge esperando volver a vernos más adelante.

Aceleramos. Y pulverizamos fronteras. No tenemos una buena impresión de Nicaragua, Honduras ni El Salvador. Vemos bastante pobreza y varias personas nos advierten por la inseguridad.

Cruzamos a Guatemala. Cerca de la ciudad Antigua Guatemala nos encontramos con dos viejos amigos de mis viejos que viven acá desde hace más de 20 años. Roby y Bertha nos reciben en su casa. Qué bien se siente el abrazo de gente querida después de tanto tiempo lejos.

Ellos están al tanto de todo lo que vivimos desde que salimos de Buenos Aires. Roby está alucinado y nos felicita por nuestra valentía (vive en la ladera de un volcán activo, no sé quién es el verdadero valiente).

Una rica cena con vino argentino, una buena ducha con agua caliente y dos tandas de ropa para lavar después, nos despedimos de Roby y Bertha, otra de nuestras queridas familias que cosechamos en el continente.

En esta última semana pasamos por cuatro países. Ahora ya estamos listos para cruzar la que quizás sea nuestra última frontera. Qué cerca estás, México lindo y querido.


Avanza la caravana comunicada por walkie-talkie a toda velocidad (unos 70 km/h)

El pacífico de Costa Rica. Acá pasamos la noche. Qué tul?
La banda del snorkel.

"La Flecha negra" es como nosotros: nos cuesta arrancar a la mañana.

Belén y Marti en la isla de Caras.


Martina la sigue pasando mal, pobre.

Jorge suma otro país a "La Flecha negra", Nicaragua. Hasta pronto, amigos. Los queremos y los extrañamos.. 

Con Bertha y Roby en la puerta de su casa.


Martina explora su nuevo hogar dulce hogar por un día.
Gracias por todo, familia querida!!!

"La Mimosa" en Antigua Guatemala. Acá agarramos wifi gratis.

Ruinas coloniales en Antigua.

Típica callecita de la ciudad.

Antigua es Patrimonio histórico y cultural de la humanidad.

Iglesia en ruinas en pleno centro de la ciudad.

Mujeres descendientes de mayas producen y venden tejidos.


Una frontera más. Una frontera menos. Ahí vamos, México. (linda foto nos sacó Martina)


miércoles, 28 de noviembre de 2012

El Aleph ambulante


Qué dulce, intensa, brillante y placentera se vuelve la vida cuando te sacás de encima el mandato social y te la jugás a fondo por eso que te late. No me vengan con eso de procurarse confort y una existencia previsible con el correr de los años. A mí me dejan con este viaje de sorpresas, eh?

Esta es la verdadera no-rutina. Pero lo que sí se repite son las preguntas de la gente: ¿cuánto hace que están viajando? -10 meses. ¿Cuándo vuelven? -No sabemos. ¿Hasta dónde quieren llegar? -En principio, hasta México. Después veremos.

Llegamos a San José y ya se siente más cerca ese objetivo. Nos ponemos a tocar música en la peatonal del centro con un cartelito que dice: "Hoy es un gran día para concretar tu sueño. Por favor, ¿nos ayudas con el nuestro? Música de Argentina a México. Gracias Costa Rica!!!" 

Y entonces la vida misma empieza a pasar frente a nosotros. Se arman grupos de gente que se queda a escuchar por un rato y ponen sus billetes y monedas en la gorra: punks, monjas, barrenderos, amigos, familias, grandes, chicos y el bebé que llega llorando en el cochecito y en seguida sonríe. Otros músicos con guitarras al hombro, el señor que nos pregunta si tenemos un disco, el poeta que nos regala su último libro dedicado, un par de borrachos que se ponen a bailar, la señora que le regala galletas a Martina porque "ama a los perros" y una chica ilusionada que nos dice que estudia canto y la invitamos a sumarse un par de temas. La pareja de enamorados que nos quiere contratar para su casamiento, unas personas sin techo que sonríen por un rato, el profesor de música que nos dice que podemos tocar en un auditorio grande y el pibe que nos pregunta si puede viajar con nosotros. Turistas y locales que sacan fotos y graban videos con el celular. Otro que llama a alguien y le hace escuchar la música al teléfono, el argentino que nos invita a Guadalajara donde tiene una fábrica de pastas, las mamás que mandan a los nenes a poner monedas al sombrero, los que dejan papelitos con mensajes y un no-vidente que se queda a escuchar contento. El tipo que me da un billete grande en la mano, los que se sacan fotos con nosotros, la testigo de Jehová que nos regala una revistita, la señora en silla de ruedas que se esfuerza para llegar a la gorra y el anciano que me dice en secreto que guardemos algo del dinero del sombrero para no tentar a algún ladrón. Hay bastantes que se chocan atolondrados cuando están cerca de la gorra y casi todos nos dedican palabras de amor y buenos deseos: "Mucha suerte", "los felicito", "buen viaje", "que Dios los acompañe", "me dieron ganas de cumplir mi sueño", "sigan así", "ojalá más gente se animara a hacer lo que hacen ustedes", "pura vida!", y etc., etc. Y como si esto fuera poco, una mujer embarazada de 8 meses y medio que viene a romper bolsa justo al lado de nosotros. La asisten unos policías, llega una ambulancia despacio por la peatonal y se la lleva. Te juro que es cierto. Marti no me dejaría mentir, como fanática defensora de la verdad.

Tocamos por varios días y la gorra rebalsa. Al final de cada noche debe pesar unos 5 kilos. Y en la camioneta hay monedas por todas partes. Levantás una zapatilla, monedas. En la guantera, monedas. En los asientos, monedas. En la heladera, monedas. Monedas, monedas y monedas, y también billetes. La cantidad de plata nos supera. No llegamos a contarla pero calculamos que en un par de horas de música hacemos el presupuesto de varios días.
Parece que éste dejó de ser un viaje mecánico para volverse musical. Y olé.


Ahí estamos en pleno centro de San José.

Otro que nos habla entre tema y tema.

Unos ponen por la música, otros por el cartel, y algunos por Martina.


Todo el mundo pasa frente a  nuestros ojos.


Martina, acostumbrada a escuchar música, siempre feliz.


Sigue el viaje con nuestros amigos viajeros de "la Flecha negra".


"La Flecha negra" y "La Mimosa" siguen en caravana. Ahora, a otra playa de Costa Rica.