jueves, 28 de junio de 2012

Wilson, el gigante


En un país lejano, en una cabaña de madera a orillas de un río, vive Wilson, el gigante. Tiene la fuerza de diez hombres. Duerme en una cama descomunal. Ronca y tiemblan las paredes. Estornuda y se levanta el techo. Desayuna un almuerzo, almuerza dos cenas y cena una montaña de arroz con lentejas y pescados mientras se toma de sólo tres tragos un vaso enorme de jugo.

- Aaaahhhh… rrrrico! –dice, y se seca la boca con el brazo.

Wilson vive con la señora Rita, su pequeña esposa humana desde hace 25 años. Ella es una experta cocinera y una eminencia de la medicina natural. Tiene la colección completa de los Beatles en discos de vinilo y le apasiona cantar pero canta bajito por las dudas, no sea cosa que a Wilson le moleste.

Desde que se casaron, Rita vive esclavizada a los deseos del gigante. Ella trabaja todo el día con las cosas de la casa. Barre, limpia, lava la ropa de Wilson y la cuelga en una soga que va casi de punta a punta del río.

A la hora de comer la señora Rita nunca se sienta a la mesa. A medida que el gigante devora su alimento, ella sigue cocinando y rellena la fuente con los antojos de su marido:

- Señora Rita! Ahora hazme una chuleta! –grita Wilson, y ahí pone Rita una chuleta vuelta y vuelta a la sartén.

Rita siempre dice que en la vida hay que aprender de todo porque nunca sabés cuándo lo vas a necesitar. Pero nunca pudo aprender a manejar porque Wilson no le enseñó. Nunca pudo practicar computación porque Wilson no la dejó. Y nunca pudo estudiar psicología porque Wilson no la apoyó. Entonces Rita se la pasaba llorando a escondidas tragándose su deseo de surgir.

Así vivieron muchos años. Pero un día Rita se cansó. Pude ver con mis propios ojos la felicidad de Rita la misma noche en que preparó su equipaje, le dejó a Wilson una última comida y se fue contenta a vivir a la gran ciudad. Ahí la espera su familia.



La señora Rita con su libro de cabecera.

Wilson, en busca de algo para picar.

Llegó la hora de la merienda.

Wilson se prepara para atacar.

Un pastel le dura 5 minutos.

La señora Rita, el día de su partida.

Ahora sí, Rita está lista para una nueva vida en la gran ciudad.