martes, 31 de enero de 2012

Corto, bien corto

Seguimos atrapados. Seguimos con calor. Pero de a poco nos vamos integrando a la vida del pueblo fantasma. Algunos lugareños rebeldes venden cosas a escondidas así que ya sabemos dónde comprar de contrabando lo básico que todo ser humano necesita para vivir: pan, frutas, agua y pizza.

Paseando por ahí encontramos otro comerciante revolucionario con su peluquería abierta. Un corte de pelo nos vendría bien para paliar el calor así que entramos sin pensarlo mucho. Es lo más arriesgado que hicimos hasta ahora. ¿Quién se anima a meterse en una peluquería de un pueblo perdido al sur de Bolivia? Lo de doña Marta es todavía más intrépido, acostumbrada al coiffeur de Cerini.

- “Las puntitas, sólo las puntitas” – le suplica al peluquero, que ni siquiera intenta otra cosa.

Yo me siento al lado, el compañero empieza a preparar los elementos y me pregunta: “¿Cómo lo quiere?”. Miro arriba del espejo y veo tantas opciones como nunca en mi vida. Ni me imaginaba que existían infinitas alternativas para un simple corte. ¿Cómo hago para elegir con criterio?

¿Americano, Franck o Media melena? 

Encima que estoy desorientado por el calor y ese marco dorado me encandila. Es una decisión muy difícil, quizás la más crucial que tengo que tomar desde que salimos de casa. Estoy entre un Americano, Franck y Media melena. El peluquero me pone presión, termina de afilar la navaja y juguetea con la tijera cerca de mi oreja.

-          Corto, bien corto. –le digo, al final.

Doña Marta en acción, Martina y Enrique Iglesias miran atentos.
Queremos llevar tranquilidad a nuestras familias: en poco tiempo salimos sanos y salvos de la situación y ya somos oficialmente dos vecinos más de Villamontes. 

La decisión está tomada.
A ver quién se anima.