lunes, 9 de enero de 2012

Esteban y Esteban

La camioneta está casi lista para salir. Hace unos 3 meses la compramos totalmente vacía. Con Marti diseñamos el interior y la armamos con nuestras propias manos. No fue nada fácil. Por suerte entre hierros, maderas, cables, mangueras, tornillos, pintura, pegamento, sangre, sudor y plata encontramos la ayuda de varias personas y hubo dos que aportaron como nadie: Esteban y Esteban. Uno es mi vecino, el otro es el marido de mi vieja. A uno le rompí un taladro, al otro una caladora. A ninguno le importó.

Mi vecino, artesano, herrero y carpintero, me prestó todo tipo de herramientas y adaptó las patas de una mesa plegable para poder ubicar la heladera abajo. Siempre dispuesto a ayudar por el simple hecho. Un maestro.

Esteban, mi vecino, justo después de que le rompí la caladora. 
El otro Esteban tiene un taller de electricidad de autos en Haedo. Cada día camina por las calles de su barrio de toda la vida y pasa saludando al del kiosco, a la señora de la panadería, al de la farmacia, al que vende diarios, a la vecina que barre. A cada uno le dedica un chiste y le arranca una sonrisa. Todos lo saludan con cariño y respeto mientras él va repartiendo alegría.

Esteban trabajó días enteros en nuestra camioneta, conmigo de asistente torpe. Fue difícil seguirle el ritmo. Es un excelente profesional, tiene una perseverancia a prueba de todo y una forma tan ingeniosa, práctica y eficaz de resolver problemas que casi que te dan ganas de buscarlos a propósito. 

Me enseñó lo poco que sé de mecánica y me dio muchos consejos para el viaje. Cuando terminó, estaba cansado, pero feliz de la vida.

- Esteban, no sé cómo agradecerte todo este trabajo. –le dije, con cierta vergüenza.

- Esto no se agradece, se disfruta. –me contestó con una sonrisa.  

Es una tranquilidad saber que mi vieja pasa sus días con una de las personas más buenas que conozco. Esteban tiene un corazón de oro. Y lo mejor es que él ni siquiera lo sospecha. 


Esteban lucha contra el embrague.

Trabajando en la instalación eléctrica.

Esteban prueba un condensador de flujo

Misión cumplida, Esteban feliz.

Mi vieja y Esteban, en su spa urbano.