Me despierto medio sonámbulo a la mañana y esto es lo primero que veo...
No sé si estoy vivo, muerto, o en el medio. La respuesta me cae un par de minutos más tarde: estamos en una cabaña en la isla El Porvenir.
Es una isla ínfima, de cuatro cuadras de largo por dos de ancho. Es parte de la Comarca Kuna, una cultura indígena autónoma e independiente de Panamá. Está rodeada de playas y
agua cristalina. Viven unas 10
personas. Hay dos pequeños hoteles con cabañas, dos lugares para comer algo, un
par de casitas y una pista de aterrizaje que va de punta a punta de la isla.
Después de
haber sentido que nos salpicaba la muerte, no puede existir un lugar mejor
para nacer de nuevo. Ya estamos
"del otro lado". El cruce a Panamá marca un punto de quiebre en nuestro
viaje. Decidimos
pasar un par de noches acá en parte para recuperarnos de la pesadilla del velero pero sobre
todo para festejar el cumpleaños de Marti. Buen momento para contarte algunas cosas nuevas.
Marti está cambiando. Mucho. Crece cada día. Después de haber sido fanática de los asados, se volvió vegetariana. Está evolucionando. De querer una máquina de fotos, un teclado bluetooth para su tablet y un iPod touch como regalo ahora quiere una flauta melódica. Se está curtiendo. Tolera más los insectos, el calor, los problemas cotidianos. Está creciendo. Tiene más conciencia ecológica (cosa que se adquiere inevitablemente al estar en contacto directo con la tierra) y de necesitar todo tipo de
electrodomésticos para vivir ahora sabe que puede ser feliz prácticamente sin nada.
Es que en un viaje
así te cambia la vida de un día para otro. Cambia el lugar, cambia tu
situación, cambia la gente. Y pasan los días, las semanas, los meses. Y
entonces el que cambia sos vos.
Yo me volví más paciente y más perceptivo. Muchas veces de mi percepción depende nuestro bienestar así que casi por instinto de supervivencia agudicé mi capacidad para leer la energía de las personas con las que tratamos.
En estos meses nos pasaron cosas como en 3 años y los dos crecimos. Aprendimos. Y cambiamos tanto que no sabemos si podríamos volver a nuestra vida pasada.
Festejamos el cumple de Marti en una
cabaña que está justo sobre el mar Caribe. Imaginate. Con lo que a ella
le gusta el agua, festejar nada menos que sus 30 precisamente arriba del
mar más lindo del mundo. Estamos en uno de esos momentos en los que miramos alrededor y tomamos distancia para ver nuestra propia realidad y entendemos que no podemos pedir nada más. No nos queda otra que agradecer.
Me atrevo a agregar un subtitulo al post de hoy, porque inevitablemente al leer la travesia de este viaje, canto por dentro “Gracias a la vida” de Violeta Parra y disfruto tanto del paisaje como, lo mas importante, que aunque seamos minoria, saber que hay gente que se reencuentra con la esencia humana y eso nos enseña que la vida es otra cosa …y ya no hay que pensar como alcanzar la felicidad sino que llega sola, cotidianamente…Feliz Cumple a Marti!!! Muchos brindis para agradecer tanto!!! (siempre hay una linda excusa por brindar) Se los ve realmente felices! Besos y sonrisas por alli. Vivi (ReinaChina)
ResponderEliminarGenia, Viviiii!!! Totalmente de acuerdo con la vida y con la esencia. Salud por los viajes y por los reencuentros. Un beso grande!!!!
EliminarMarti amo tus cambios!! tragando con ruido por las lagrimas que casi se escapan... por que me emociona tanto esto?! Los amo!! sigan! vuelvan! no se!
ResponderEliminarmili
jajaajaj!!! Gracias Milagritos!!!! Una alegría saber que estás ahí!!! Besos!!!
EliminarGenial hace poco que encontre el Blog y ahora vuy leyendo el 4 post recien. Pero no me aguante y queria ver por donde iban. Voy a seguir leyendo las entrdas antiguas!!
ResponderEliminarBienvenida, Ariadna!!! Gracias por viajar con nosotros. Agarrate porque esto sigue!!! Saludos!!!
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