Después de dos meses de vivir en la costa norte de Ecuador, de despertarnos con el canto de los gallos y los alaridos del chancho vecino, de conocer decenas de nuevas frutas, verduras, árboles y plantas, de aprender a cosechar y secar hojas de tabaco, de lidiar con mosquitos y sapos y ver insectos voladores tan grandes que hasta Martina les ladraba.
Después de aprender los secretos de la cocina ecuatoriana y de preparar de todas las formas posibles el arroz, los plátanos verdes, el pescado y el camarón, de extrañar la pizza y el asado y nuestra casa y los amigos y la familia, y de pensar seriamente en volver.
Después de ver a una moto llevarse puesto a un perro en la puerta de la casa, de matar a una rata intrusa con un palo de escoba, de chapuzones en el río, de hacernos amigos de una familia de patos, de escuchar cientos de historias de corrupción y brujería.
Después de estar a punto de ser estafados por un vendedor de repuestos de autos, de dos envíos de repuestos por Fedex y de extender dos veces el permiso de la aduana para que la camioneta pueda seguir en el país.
Después de aprender los secretos de la cocina ecuatoriana y de preparar de todas las formas posibles el arroz, los plátanos verdes, el pescado y el camarón, de extrañar la pizza y el asado y nuestra casa y los amigos y la familia, y de pensar seriamente en volver.
Después de ver a una moto llevarse puesto a un perro en la puerta de la casa, de matar a una rata intrusa con un palo de escoba, de chapuzones en el río, de hacernos amigos de una familia de patos, de escuchar cientos de historias de corrupción y brujería.
Después de estar a punto de ser estafados por un vendedor de repuestos de autos, de dos envíos de repuestos por Fedex y de extender dos veces el permiso de la aduana para que la camioneta pueda seguir en el país.
Después de escapar de la casa de Wilson y alojarnos en el hotel del pueblo, de que Rita volviera de la ciudad sólo un par de días para ayudar a Wilson, de reencontrarme con Wilson arrepentido y tan avergonzado que no se animaba ni a mirarme a los ojos.
Y después de encontrar a un camionero argentino que nos vino a rescatar, finalmente nos vamos de Río Verde, pueblo polvoriento, de sopa, gallinas, moscas y perros sueltos, y después de una larga noche de remolque llegamos a Quito para terminar de armar el motor y ya que estamos terminar de armarnos nosotros, que venimos un poco golpeados, después de todo.
Y después de encontrar a un camionero argentino que nos vino a rescatar, finalmente nos vamos de Río Verde, pueblo polvoriento, de sopa, gallinas, moscas y perros sueltos, y después de una larga noche de remolque llegamos a Quito para terminar de armar el motor y ya que estamos terminar de armarnos nosotros, que venimos un poco golpeados, después de todo.
Leyendo las crónicas sé fehacientemente que están golpeados... La duda me la encaja el feliz rostro de Martina!
ResponderEliminarAbrazo fuerte, me encanta leerte.
ajajajaj!!! Gracias, Orson!!! Una alegría saber que estás con nosotros. Un abrazo!
EliminarQue linda mi hermana.
ResponderEliminarEste viaje es un bajón, yo les aconsejo que vuelvan! Les sale todo mal!
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