|
La tribu de las Kombis, a pleno. |
Si pensás
que tu Embajada será tu salvadora cuando tengas un problema en otro país, lamento
desilusionarte: ahí trabajan burócratas a los que sólo les importa mantener
cómodo su culo en el sillón.
Resulta que
entre tantos imprevistos se nos venció el plazo que nos autoriza migraciones
para estar en Ecuador. No lo podemos renovar. Estamos ilegales. Si nos para un
control de policía podrían deportarnos (un déjà vu a la salida del Perú). Además,
ya se nos vence el plazo que nos dio la aduana para estar con la camioneta así
que si no la sacamos cuanto antes del país, nos la secuestran.
Con nuestra
respiración en la nuca los mecánicos terminan el trabajo y la camioneta sale
del taller. Apenas tenemos tiempo de hacer unas pruebas y ya salimos hacia la
frontera con Colombia escoltados por nuestra nueva familia en su Volkswagen Westfalia.
Durante la
ruta logramos pasar desapercibidos en los controles policiales aplicando un
método que aprendimos para hacernos invisibles (es simple: ponés una mano en la
boca del estómago tapando cierta energía que emanamos con los chackras). Está
comprobado, funciona.
En la
frontera casi perdemos la camioneta en ese agujero negro que se
forma cuando chocan la burocracia y un sistema informático estatal. Pero por
suerte logramos sacarla de Ecuador y dejarla en Ipiales, la primera ciudad del
sur colombiano.
Así queda
la camioneta por un lado y nosotros por otro. Porque volvemos con nuestra nueva
familia a Quito para salir de camping con “la tribu de las Kombis” que integra
Carlos. Acampamos en un bosque de árboles de palta y pasamos un fin de semana extraordinario
con este generoso, heterogéneo y delirante grupo de viajeros que curiosamente nos
ve como mentores por el tipo de viaje que estamos haciendo y todo lo que
superamos para llegar hasta acá.
A la noche,
en una ceremonia con música, fuego, lágrimas de felicidad y palabras emotivas,
la tribu nos augura lo mejor para nuestro futuro, nos convierte en miembros simbólicos
y nos regala un tapiz indígena para que los recordemos en el resto del viaje.
Al día
siguiente, nuestra familia -siempre firme- nos cruza de vuelta por la frontera
hasta que nos reencontramos con la camioneta. Entonces sí, se hace impostergable
la despedida y nos abrazamos hasta siempre.
Antes de
salir de Argentina, mientras luchábamos con los preparativos, algunos viajeros
nos alentaban asegurando que lo más difícil de un viaje es salir. Gran mentira.
Antes de salir estás en tu lugar. Conocés hasta los atajos. Sabés dónde
conseguir cada cosa o sabés a quién preguntar. Sabés a quién pedirle un favor y
a quién pagarle. Salir es sólo una cuestión de tiempo.
Una vez que
salís te encontrás con problemas de todo tipo excepto de los que ya conocés. Y
tenés que resolverlos en una ciudad o un pueblito que pisás por primera vez,
con gente nueva y que habla con sus propios códigos. Entonces, que me disculpen
mis colegas viajeros, pero lo más difícil de un viaje definitivamente no es
salir. Lo más difícil de un viaje es, en efecto, seguir.
Bienvenidos
a Colombia.
|
Listos para salir, una vez más, desde la casa de Carlos e Ivonne. |
|
La Volkswagen Westfalia y nuestra MB 180 salen hacia la frontera para escapar de la Aduana. |
|
La caravana de "la tribu de las Kombis" en un alto en la ruta. |
|
Con Carlos y Martina, en plena caravana de Kombis. |
|
Marta, su hermanita Ana Julia y mamá Ivonne esperan el almuerzo. |
|
Marta y sus amigos en la motorhome familiar. |
|
Marcelita, amiga de Marti, con su malvavisco tostado. |
|
Se arma el Kombicamping en medio del bosque. |
|
Juan Carlos, uno de los miembros de la tribu, pintor, artesano y viajero empedernido. |
|
Mamá Ivonne y Marta, felices de la vida. |
|
Nada como un chocolate caliente en la mañana de un camping. |
|
Marta y Juan Felipe, amigo de la familia, en un árbol gigante de paltas. |
|
El tapiz indígena que nos llevamos de regalo. Se dobla al medio y simboliza que dos se vuelven uno. |
|
Martina, sin los trámites de sanidad animal, cruza de incógnito la frontera. |
|
Ahí vamos, para el norte, una vez más. |
|
Colombia, país querido, por fin. ¿Qué nos estará esperando del otro lado? |
|
qué bueno!! disfruten! acá hace un mes que no para de llover...
ResponderEliminarvamos chicos que se puede!
ResponderEliminar