¿Cuáles son
las chances de que el motor se nos rompa en medio de la ruta justo donde vive un mecánico que también
tiene un Mercedes Benz? Pocas, muy
pocas. Así que cuando Wilson y Rita, los entrañables dueños de casa, nos
invitan a pasar, pasamos. Nos invitan a almorzar, almorzamos. Nos invitan a
quedarnos, nos quedamos.
Desde el
taller oficial de Mercedes Benz en Lima nos comunican que no se hacen cargo de
la garantía porque estamos fuera del país y un etcétera ridículo. Estas son las
posibles soluciones:
-
opción
1: hacernos remolcar hasta Montañita, Quito o Bogotá y trabajar ahí hasta
juntar plata para arreglar el motor.
-
opción
2: desarmar la camioneta, vender las partes y seguir viaje de otra manera.
-
opción
3: empujar la camioneta desde un precipicio y asegurarnos de que explote.
Pero antes
de tomar una decisión inteligente hay que conocer a fondo el problema, así que
nos preparamos para bajar el motor y abrirlo por completo.
Es un
trabajo complejo que ya se hizo dos veces, una en Arequipa y otra Lima, en los
pulcros y supuestamente confiables talleres oficiales de Mercedes Benz, con sus
salas de espera con aire acondicionado, sus herramientas neumáticas, sus
vitrinas de merchandising, sus planillas infinitas y sus mecánicos de mameluco
con logos cancheros. Ahora somos Wilson y yo en una casita al borde de la ruta.
Wilson fue
mecánico por muchos años. Es fanático de la pesca y ahora cría camarones. Vive
en la zona desde hace más de 20 años y en el pueblo de Río Verde todos lo respetan. Aprendió a nadar a los 4 años porque lo tiraron al río y desde entonces no le tiene miedo a nada. Le apasionan los motores y más los que nunca vio, como el nuestro. Tiene una
rara mezcla de inteligencia práctica, precisión de cirujano y fuerza de
elefante.
Después de dos
días enteros de trabajo logramos sacar y abrir el motor. El diagnóstico es
evidente: cigüeñal roto. Parece que en Lima lo rectificaron por demás y no
aguantó. Averiguamos precios y nos conviene traerlo desde Argentina pero como
pesa 40 kilos es impensable un envío por correo privado.
Entonces entra
en acción mi hermano Hernán, que justo en un par de días vuela por trabajo a
Bogotá, y decanta sola la solución: que Hernán lleve los repuestos a Colombia y
yo los busque y los traiga en un viaje relámpago.
Así la camioneta se salva justo a tiempo de terminar descuartizada o carbonizada al
pie de un precipicio. A preparar la mochila. Salgo para Bogotá.
Rallando coco con el método tradicional para prepar cocado, plato típico. |
Wilson y Rita nos reciben con este cocado de langostinos y nos cuidan como a sus propios hijos. |
Rita y Marti en la terraza de nuestra nueva casa. |
Wilson con su pila de libros sobre motores. En ninguno figura el nuestro. |
Wilson, siempre contento, en su MB. |
Acá estamos bajando el motor. |
Vuelvo a mi habitat natural, abajo de la camioneta. |
Empujando una pluma, herramienta de levantamiento, ideal para cuando se te viene el mundo abajo. |
Cigueñal partido en dos. |
Así son los karmas, parece que nunca terminan. |
Esta es nuestra nueva habitación,nada mal, eh?. |
Gran relato, como siempre.
ResponderEliminarToda la buena onda desde aquí.
Abrazo fuerte.
Gracias Orson!!! Un abrazo grande!!!
EliminarAcá dos (ahora tres) que ya pasaron por esa y mucho más, es decir peor.
ResponderEliminarEl motor lo bajamos más de diez veces, después incluso de habelro cambiado (y pagarlo una fortuna). Además nuestro auto no cuenta con repuestos en ningún país, ni siquiera en Argentina.
Y seguimos firmes y contentos por los caminos.
Así que para adelante! Abrazos y buenos caminos! Vamos Wilson!
Compañeros del proyecto Miradas! Cómo están? Gracias por sus palabras!!! Después de bajar tantas veces el motor, no hay presupuesto que aguante!!! Queremos seguir, pero vamos a tener que ponernos a trabajar en breve! Un abrazo y ojalá nos encontremos por ahí!
EliminarChicos, arriba, pilas!, cuando era chica, volviendo del sur, a mi papá también se le partió en dos el cigueñal, jodido, no sé porque empezó a temblar todo el auto, se quedó con el volante en la mano, un bardo. estabamos en el medio de la nada misma, después lo cambiaron y nunca mas tuvo quilombos. Espero que se solucione, por acá les mando mis buenas vibras, y les dejo mi mail para lo que necesiten posta.
ResponderEliminarUn abrazo!
Luz
luz_godoy@yahoo.com.ar
Gracias, Luz!!! Ojalá tengas razón y podamos seguir varios miles de km después de esto.
EliminarLlegan las buenas vibras!
Un beso!